La levedad del ser

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miércoles, 3 de mayo de 2017

El Gabo de Elena Poniatowska - LIBROS y LETRAS | Literatura y Cultura en Colombia y América Latina

El Gabo de Elena Poniatowska - LIBROS y LETRAS | Literatura y Cultura en Colombia y América Latina

El Gabo de Elena Poniatowska


Elena Poniatowska
Elena Poniatow

Por: Juan Camilo Rincón* 



Ella los leyó y escuchó a todos. Cuando los grandes escritores estaban creando sus primeras obras y formándose como escritores, fue ella quien, vestida como reportera, iba a entrevistarlos. En los grandes diarios de México eran publicadas esas notas que enamoraron a todos; gracias a su pluma pudimos tener visiones más íntimas y menos decimonónicas sobre escritores como Octavio PazJuan RulfoJulio CortázarJorge Luis Borges, entre otros. Aquella espléndida mujer que se distinguía por su pelo claro cuando caminaba por Ciudad de México, ejercía la profesión de periodista con el alma, como le gustaba a Gabo; luego se entregó a la literatura y nos mostró otra faceta de su genialidad. Sus libros entran como un buen tequila, suavemente pero con contundencia, siempre quemando algo por dentro.

En abril de 2017 volví por tercera vez a la capital manita para encontrarme con Elena y enterarme de algunos nuevos secretos sobre la relación del país azteca con Colombia. Caminé hasta una hermosa casa que en encuentra cerca de una plaza empedrada al lado de la parroquia de San Sebastián Mártir. Esperé por algunos minutos en la biblioteca, llena de libros firmados por grandes maestros de la literatura, cada uno perfectamente catalogado. Me recibió con esa memoria prodigiosa que se traduce en sus palabras, entregando momentos memorables de la literatura de hace ya 50 años.

El primer tema fue Gabriel García Márquez. Nuestro nobel había llegado a México el mismo día en que Ernest Hemingway se propinó el tiro de muerte: 2 de julio de 1961. Gabo recordaba que en ese tiempo “tenía treinta y dos años, había hecho en Colombia una carrera periodística efímera, acababa de pasar tres años muy útiles y duros en París, y ocho meses en Nueva York, y quería hacer guiones de cine en México”[1].

Elena rememora su encuentro así: “Fui al noticiero cinematográfico semanal Telerevista, un centro televisivo donde se hicieron películas que dirigía Manuel Barbachano Ponce”. Al cataquero lo conoció allí, lugar que también acogió a Alfredo Guevara, destacado cineasta cubano fundador del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos quien, junto a Carlos VeloGabo y Fuentes, creo un guion sobre El Gallo de oro, obra original de Juan RulfoElena, por su parte, llegó a la televisora a hacer “unas pequeñísimas películas que me pedía Manolo Barbachan con temas como, por ejemplo, el lugar donde nació Sor Juana Inés de la Cruz o sobre Armando Manzanero, y trabajaba así porque en esa época todos éramos jóvenes”. Además de compartir esos espacios de producción creativa, también se dedicaban a festejar; una de las escenas que más recuerda fue la de García Márquez bailando cumbia en uno de los famosos festines que organizaba Fuentes en su casa: “Carlos Fuentes amó muchísimo a Gabo, y viceversa; eran casi hermanos los dos”. Sobre aquella noche, Poniatowska comenta: “Gabo no era en ese tiempo como lo fue después: el centro de la fiesta” y “un rayo de angustia le atravesaba los ojos”, sensación que el escritor logró calmar cuando decidió trabajar en su gran obra.

El colombiano relata: “Seis años antes había publicado mi primera novela, La hojarasca, y tenía tres libros inéditos: El coronel no tiene quien le escriba, que apareció por esa época en Colombia; La mala hora, que fue publicada por la Editorial Era poco tiempo después a instancias de Vicente Rojo, y la colección de cuentos de Los funerales de la Mamá Grande. Sólo que de este último no tenía sino los borradores incompletos, porque Álvaro Mutis le había prestado los originales a nuestra adorada Elena Poniatowska, antes de mi venida a México, y ella los había perdido. Más tarde logré reconstruir todos los cuentos, y Sergio Galindo los publicó en la Universidad Veracruzana a instancias de Álvaro Mutis[2].


 El día que ganó el Nobel, el autor de El amor en los tiempos del cólera llegó a su puerta con un camión lleno de rosas amarillas
Elena Poniatowska y Juan Camilo Rincón
Elena Poniatowska y Juan Camilo Rincón

La amistad no dejó de crecer ahí; Elena recuerda que su relación “fue muy buena; lo fue hasta el último momento, y ya cuando él hablaba muy poco, venía a comer a mi casa con facilidad por que su hijo vivía a dos casas; (era) un hogar muy grande con dos puertas”. Se refiere a Gonzalo, quien estaba casado con Pía Elizondo, hija del escritor mexicano Salvador Elizondo. Dada la vecindad de sus residencias, cuando García Márquez y su esposa Mercedes Barcha visitaban a Gonzalo, también se asomaban a la casa de Elena. Tan cercana era su relación, que Mercedes le decía a la autora: “‘¿No me puedes guardar aquí unas macetas?’; entonces yo metía en mi casa sus macetas”. El día que ganó el Nobel, el autor de El amor en los tiempos del cólera llegó a su puerta con un camión lleno de rosas amarillas; “casi llenó toda la plaza de mariposas amarillas”, comenta la escritora con un aire de nostalgia. 

En una entrevista para el diario La JornadaPoniatowska expresó lo siguiente respecto a la muerte de Gabo: “Es una pérdida enorme para todos los que lo conocimos. Somos los amigos de antes del Nobel y así lo consideraba él, un hombre entrañable. Incluso, ya teniendo el Nobel era de lo más cariñoso y accesible. Era una delicia verlo y platicar. Decía cosas como, ‘¿Te gusta mi pantalón?’ Y yo le contestaba: “Pues sí, está padre’. Entonces, él respondía: ‘Bueno, quizá me pueda comprar dos o tres, porque si esos me quedan bien, mejor tener tres o cuatro’”, cosa que ningún premio Nobel te consultaría. También preguntaba: ‘¿Crees que este gris combina con esto café?’ Tenía una vulnerabilidad que no he visto en ninguna otra persona; a él se le quedó a pesar del triunfo y el reconocimiento”[3]


 Entre calabozos y visitas de domingo, Mutis dio luz a uno de sus libros más interesantes; Poniatowska, amiga y cómplice, acompañó sus letras y las de otros genios literarios



Elena Poniatowska y Juan Camilo Rincón
Elena Poniatowska y Juan Camilo Rincón


Seguí hablando con ella y en su cara se advertía esa imagen del recuerdo que toca, que cala el alma. Entre la preocupación por su gato enfermo, Monsi, la compañía de su adorada minina Vais, y como homenaje a aquel adorado amigo y escritor cuya casa vivía llena de felinos (Carlos Monsiváis), me dijo que Gabo le había dado a Era, su editorial de ese entonces, los manuscritos de Cien años de soledad. El negocio no resultó pues el cataquero necesitaba un anticipo con extrema urgencia, decidiéndose al final por Sudamericana. Allí nace la historia de un texto dividido en dos partes que lo obligó a vender hasta el último objeto para poder recoger el dinero suficiente para enviar el manuscrito a Argentina. 

Antes de irme, la escritora me confesó que fue una de las primeras en leer Los funerales de la Mamá Grande, editado por primera vez para la Colección Ficción de la Universidad Veracruzana; la pérdida del manuscrito original por parte de la escritora –como lo narra Gabo-, no fue mencionada por ella. Luego le comenté que esa misma editorial había publicado también por primera vez El diario de Lecumberri de Álvaro Mutis, gran amigo de García Márquez y suyo… esbozó una sonrisa dulcísima, pues fue en esa prisión donde visitó en numerosas ocasiones al poeta colombiano mientras sufría las penurias que lo llevaron a crear aquella obra. Entre calabozos y visitas de domingo, Mutis dio luz a uno de sus libros más interesantes; Poniatowska, amiga y cómplice, acompañó sus letras y las de otros genios literarios. Las deidades entrecruzaron sus caminos… ellos se encargaron de recorrerlos y dejarnos por herencia las mejores obras de la literatura latinoamericana. 


[1] García Márquez, G. (1980). Juan Rulfo. Homenaje nacional. Ciudad de México: Instituto Nacional de Bellas Artes – Secretaría de Educación Pública. 


[2] Ibíd


[3] La Jornada. (2014). “Conmociona a creadores nacionales la muerte del ‘inventor de mundos’”. Recuperado de: http://www.jornada.unam.mx/2014/04/18/opinion/004n1pol


JUAN CAMILO RINCÓN

*JUAN CAMILO RINCÓN.

Periodista y escritor. Publicó Manuales, métodos y regresos (2007, Arango Editores). Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia (2014, Libros & Letras), Viaje al corazón de Cortázar. El cronopio, sus amigos y otras pachangas espasmódicas (2015, Libros & Letras). Leer más AQUÍ
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